Es cierto que la universidad en general ha dejado de cumplir su rol fundamental para el desarrollo de nuestro pueblo: la formación de conocimientos, de valores y de científicos, por lo mismo ya era hora de que alguien tomara cartas en el asunto. El gobierno hace su propuesta y nosotros, los universitarios, simplemente la rechazamos, sin hacer ninguna contrapropuesta. Ello no es una buena imagen ante la población, simplemente, aparecemos como incapaces.
También es cierto que hay universidades y universidades, y no sólo aquí en el país. Sostengo que ninguna universidad privada es mejor que la pública, basta con una pregunta para probar aquello: ¿Dónde están las personalidades creadas por alguna universidad privada que haya cambiado el rumbo de nuestra nación? Quizá el caso del actual presidente de la república pueda ser la excepción a la regla. Sin embargo, en la universidad subyace la organización de un error colectivo que no se resuelve asignando primeros, segundos y últimos lugares en un ranking carente de sentido. El Ecuador sigue siendo lo que es, un proyecto de Estado fallido, pese a cualesquier ubicación que podamos dar al conjunto de sus instituciones de educación superior.
No hay que verlo todo con los anteojos de la competencia; no es el punto. Hay una empresa privada que no participa en el debate acerca de la Universidad.
Se vive un clima de incertidumbre, apto para los más variados rumores. Se afirma que en adelante será necesario poseer un título de PHD para ejercer la docencia universitaria, ¿Quién va a dictar los cursos para obtener ese título? No será otro gran negocio para algunos que al igual que las maestrías hoy en desarrollo no sirve para mucho? Son como una lluvia ácida, dañan la tierra que mojan; no olvidemos que llevamos 10 años dictando maestrías y, ¿y qué ha cambiado en el país gracias a ellas?
Que se van a cerrar las universidades, me parece bien, siempre y cuando sea para reorganizarlas, coordinarlas y re-dimensionarlas siguiendo el modelo europeo. Se deben formar redes de universidades, igual que Oxford o Cambridge; unir universidades públicas o privadas en el concepto de Parques Tecnológicos y auspiciar universidades especializadas no es un mal camino. La universidad ecuatoriana en su organización actual debe desaparecer; la muerte fecunda la vida, hay necesidad de reconocer sus excrementos para reciclarlos.
Debemos entender todos que la ciencia y la tecnología no son para cualquiera. No se trata de masificar. A la universidad deberá ingresar el alumno que demuestre ser apto para entender a aquellas, lo que quiere decir que el nivel de exigencia a los colegios deberá aumentar considerablemente, incluso, los programas colegiales debiera formularlos la universidad. Los alumnos que no puedan ingresar, deberán ir a tecnológicos o institutos de mandos medios.
Se afirma que los profesores con más de 30 años de servicio, deberán retirarse, ¿Quién los va a reemplazar?, creo que este tema no está bien pensado y propongo: si los alumnos los evalúan todos los años, porque no utilizar esa evaluación para decidir quien se va y quien se queda?, por ejemplo: si la nota máxima es 4, y un profesor ha obtenido 2.5, los últimos dos años, debe irse obligatoriamente, así, lograremos ensamblar el talento de algunos jóvenes profesionales con el talento y experiencia de los viejos maestros que aún se queden, que no tienen que ser solamente profesores, pueden ser asesores, jefes de cátedra, directores de tesis y proyectos y formadores de los nuevos profesores.
Los nuevos profesores, deberán poseer dos maestrías: una en pedagogía y otra en la materia de especialización, esto en lugar del PHD propuesto por el gobierno; por alguna razón hay más mosquitos que elefantes, hay que copiar de la naturaleza.
Es hora ya de que la universidad piense en su producto, en su utilidad social, porque no formar facultades del banano, del cacao, del arroz, del petróleo, del camarón, del zapato, por ejemplo; universidades que investiguen las propiedades, alimenticias, farmacéuticas, químicas y físicas de los productos que el Ecuador elabora, de modo que las empresas privadas se interesen en nuevos productos, creando nuevos empleos, salarios y ganancias.
La crisis arrecia en estos días, es cierto, pero habrá que pensar en que continuar pagando a los nuevos profesores, los mismos salarios de hambre que se pagan hoy, no vamos a tener buenos resultados. Si comparamos el salario docente ecuatoriano, con los demás salarios latinoamericanos, veremos que el nuestro es simplemente ridículo, por decir lo menos.
Leído en Radio tropicana, el 18/09/09 a las 8am.