Como todo el mundo sabe, se llama “síndrome de Estocolmo” al fenómeno que ocurre, cuando la víctima se enamora de su victimario, esto a partir de un hecho de la vida real ocurrido en la capital sueca hacia 1970.
Casi 30 años en el poder nacional y municipal del Partido Socialcristiano, ha sido tiempo suficiente para lograr que el país tomara el rumbo del progreso, de la formación del homo sapiens ecuatoriano, pero no ha sido así, cada vez leemos menos y sabemos menos, y en Guayaquil, el drama es aún mayor: cierto que la ciudad ha sido sometida a un tratamiento estético como lo haría cualquier especialista, sobretodo las calles centrales, se ha ordenado los mercados, se ha construido un nuevo sistema de transporte, , se ha limpiado una parte del estero salado, lo reconocemos.
Si comparamos la velocidad de crecimiento de Guayaquil, con la ciudad de Quito, veremos que esta última crece como cultura general, como educación, como acceso al conocimiento digitalizado a mucha mayor velocidad que nuestra ciudad puerto, ¿Cómo es posible, por ejemplo, que en Quito, la gente en su casa pueda al momento de enchufar su computador, obtener al mismo tiempo el servicio municipal de electricidad e Internet; así mismo que el pueblo quiteño goce de 20 o más espectáculos diarios, algunos municipales y gratuitos; nos sorprende que artistas mundiales, orquestas, conjuntos musicales, pintores, etc. visiten Quito y nunca Guayaquil, aunque recientemente gracias a la Gobernación del Guayas y al Ministerio de Cultura los espectáculos culturales y gratuitos han empezado a llegar, ¿Nuestra ciudad se dedica solamente al negocio entonces? No podemos aspirar a que sea una ciudad para vivir, para empezar sus parques están encerrados tras las rejas, y no cualquiera entra allí, la policía Metropolitana le da soberanas palizas a su propia gente, el poder municipal no permite a los hambreados, desempleados y desesperados ganarse el pan honradamente y no les da ninguna solución, en la Metro vía se viaja como los cerdos antes de convertirse en fritada, nadie respeta a nadie, el agua entregada por la Municipalidad a una concesionaria, es cara y acusada por el Instituto de Ciencias Químicas de la Universidad de Guayaquil, de ser la principal transmisora de la bacteria Helico Bacter pylori, causante de cáncer al estómago, según la misma entidad, el 80% de la población guayaquileña está infectada con la tal bacteria. Pronto estará listo el aeropuerto nuevo al norte de Quito, de los terrenos del viejo aeropuerto se ha pensado construir el mas grande parque del continente; en pocos años el aeropuerto de Daular, estará listo, y los terrenos del actual aeropuerto, se los venderá a constructoras e inmobiliarias, según rumores que corren ya. Un fin de semana en Guayaquil, no hay que hacer ni a donde ir, excepto ir a comer, pero, eso lo pueden hacer los ricos, nosotros los de media clase hacia abajo, a duras penas mantenemos una vida “decente”.
El intelecto de los habitantes de esta ciudad no mejora, a fin de cuentas, ninguno de los miembros del poder político y municipal escribe libros, artículos o ponencias científicas, algunos de ellos tienen títulos académicos, pero no hablan ni escriben nada y son hasta millonarios, ¿Cómo? Si nada producen y para nada sirven.
Y sí, la tarjeta la guayaquileña es un grosero intento de obtener votos por unos centavos.
¿Cuál será el verdadero objetivo de la concertación entre empresarios y la Municipalidad?, de concertaciones entre ellos ya tenemos bastante experiencia.
En suma, este pobre pueblo guayaquileño, engañado, y apaleado vive enamorado de quienes los maltratan.
¿Qué nuevas amenazas, nos espera?
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